Aprueba corte de Japón pena de muerte para miembro de secta- Okazaki participó junto a otros cinco miembros del culto en el homicidio del abogado Tsutsumi Sakamoto, de 33 años, su mujer, Sakoto, de 29, y su hijo, Tatsuhiko, de un año
- El juicio de Okazaki ha sido el más rápido en resolverse, por su rápida confesión y porque no participó en el ataque contra el metro de Tokio con gas sarín
Tokio.- El Tribunal Supremo aprobó ayer la primera ejecución de uno de los trece condenados a la pena de muerte pertenecientes a la secta Verdad Suprema, autora del atentado con gas sarín en el metro de Tokio en 1995.
La máxima instancia judicial del país rechazó la apelación presentada por Kazuaki Okazaki, de 44 años, contra la pena capital por su participación en el asesinato de cuatro personas.
Sus abogados volvieron a pedir clemencia al argumentar que Okazaki, que abandonó el culto en 1990, confesó sus crímenes desde un primer momento y que sus declaraciones contribuyeron a esclarecer los casos.
Sin embargo, el juez de la Corte Suprema, Niro Shimada, consideró que no había lugar a semejante recurso dado que "fue un crimen a sangre fría y brutal, sólo para preservar la organización de la secta".
En noviembre de 1989, Okazaki participó junto a otros cinco miembros de la secta en el homicidio del abogado Tsutsumi Sakamoto, de 33 años, su mujer, Sakoto, de 29, y su hijo, Tatsuhiko, de un año.
Sus cuerpos fueron enterrados en tres provincias distintas y no fueron hallados hasta mediados de los noventa.
El letrado asesinado preparaba entonces una denuncia legal contra la secta por un grupo de padres que acusaban a la organización de secuestrar a sus hijos y lavarles el cerebro para que permaneciesen en ella.
En 1995, mientras era interrogado por la policía, el ex miembro de la secta se entregó y se disculpó del crimen, y narró que la voz de la esposa del abogado había permanecido durante esos seis años en sus oídos.
Okazaki también se declaró entonces culpable de la muerte de uno de sus compañeros de la secta, Shuji Taguchi, de 21 años, cuando intentaba abandonarla.
Detrás de estos dos crímenes aparece la siniestra figura del gurú de la secta, Shoko Asahara, un predicador de una doctrina apocalíptica quien reconoció haber dado las órdenes.
Asahara, cuyo verdadero nombre real es Chizuo Matsumoto, figura entre los 13 condenados a la horca por asesinatos cometidos por la secta.
El juicio de Okazaki ha sido el más rápido en resolverse, por su rápida confesión y porque no participó en el ataque contra el metro de Tokio con gas sarín, la mayor operación criminal de la secta.
El resto de los condenados continúa las apelaciones a sus penas capitales, ocho se hallan a estudio en el Tribunal Supremo, y los recursos de otros cinco se hallan en instancias judiciales menores.
El ataque al metro
El pasado 20 de marzo se cumplió el décimo aniversario del atentado que dio a conocer a la secta al resto del mundo y que mostró la vulnerabilidad de Japón ante el terrorismo.
Aquel día, cinco seguidores de Asahara que viajaban en varios vagones repletos de usuarios, en la hora punta, rasgaron unas bolsas que contenían un gas tóxico inventado por los nazis en la II Guerra Mundial.
Esta cadena de ataques indiscriminados causó 12 muertos y más de 5 000 personas tuvieron que ser atendidas por intoxicación.
La secta "Verdad Suprema" ("Aum Shinrikyo") fue declarada una organización terrorista en EU y la Unión Europea, pero no en Japón, que ni ordenó su disolución ni la prohibió, pese a las denuncias de las víctimas del ataque en el metropolitano.
Hoy sigue existiendo bajo el nombre de Aleph y sus responsables aseguran que sus enseñanzas se basan en el budismo y el yoga ancestrales, con el propósito de sus miembros de buscar el camino de la autorrealización e iluminación.
Las autoridades japonesas alegan que ahora las actividades del grupo son vigiladas estrechamente.
EFE